En hejmon de serurist’
iam eniris serpento
kaj gxi mordis sen atento
de l’ serurist’ en fajlil’.
Ilo diretis: -la malo,
malsagxa, estos por vi,
kial vi brecxetos min,
kiun polveras metalon?
Kiu nerajte pravigas
plejfortulon terenfali,
n’ atingas ol piedbati
la pikilon suferigan.
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En casa del cerrajero
entró la serpiente un día
y la insensata mordía
en una lima de acero.
Díjole la lima: -el mal,
necia, será para ti.,
¿Cómo has de hacer mella en mi,
que hago polvos el metal?
Quien pretende sin razón
al más fuerte derribar,
no consigue sino dar
coces contra el aguijón.
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