Después de un ratito llorando de pena el lobazo dice:
-¡Soy un perrazo gris, salvadme!
El lobazo hace un gemido falso. Cuando seca sus lágrimas se ven sus garras, cuando abre sus fauces se ven sus largos dientes. La mayor de las liebrecillas dice:
-¿Lo viste claramente hermanita? ¡En efecto es un mentiroso lobazo gris!